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ELVIN (Un duendecito en el espacio)

Escrito por SUSANA IRIGOITE el sábado, 21 de febrero de 2015 | 15:01

Cuentan que hace algunos años, un duendecito llamado Elvin, decidió armar una nave espacial  con el fin de recorrer el espacio. Para ello consultó a su amigo Luel, quien se hallaba saltando y dando vueltas en el aire, entre las flores del jardín de la casa en donde vivía.
-¡Hola Elvin! -Dijo a su amigo dejando a la vez de juguetear.
-¡Hola Luel! -Respondió Elvin.
-¿Qué te trajo hasta aquí? -Preguntó Luel.
-¡Necesito que me ayudes a construir una nave espacial! -Respondió Elvin.
-¡¿Una nave espacial?! Ja, ja, ja -Preguntó Luel entre risas.
-Sí, eso dije ¿Por qué te ríes?
-Pues, me hace gracia tu ocurrencia...
-Quiero explorar el espacio ¡Será alucinante! -Dijo el duendecito con ojos chispeantes - nadie lo      sabrá, al menos que tú lo digas...
-¡Yo no diré nada! -Respondió su amigo.
Sin más,  buscaron un  libro donde explicaban de que manera podían construir la nave.
Trabajaron duramente durante mese, días y noches, hasta que la nave estuvo lista y Elvin partió rumbo al espacio.
Al iniciar su recorrido halló en el camino a la luna, quien lo saludó sonriente mostrando todo su magnífico esplendor, luego repentinamente el cielo se fue iluminando en otros tonos y un destello inmenso atravesó la atmósfera. Una tormenta muy intensa se había desatado. Elvin, dentro de su nave trató de mantenerla en equilibrio, aunque hubo momentos en que perdió el control.
Luego de un tiempo, la tormenta cesó y el duendecito recuperó su tranquilidad y entusiasmo.
Continuó viajando entre las nubes, navegando entre constelaciones y otros planetas, hasta que halló una estrella solitaria en su recorrido.
-¡Eres hermosa! -le dijo conmovido -¿Lo sabes verdad?
-Sí, ya me lo han dicho pero...¿Quién eres? -respondió la estrella.
-Soy Elvin y vine a contemplarte pues ¡Irradias una luz incomparable!
La estrella iluminó aún más el firmamento y el duendecito quedó perplejo ante tanta pureza.
Luego, la estrella se esfumó y Elvin dentro de su nave sintió temor. Había perdido el rumbo, no hallaba destino. Mientras su amigo Luel, al no tener señales de Elvin, también se sentía preocupado.
Pocas horas más tarde, el sol iluminó la tierra y Elvin encontró nuevamente su camino de regreso. Asique muy lentamente,  fue descendiendo hasta llegar al suelo donde lo esperaba su amigo Luel y otros duendes.
-¡Bienvenido Elvin! -Dijo Luel.
-¡Bienvenido amigo! -Dijo otro duende.
-¡Gracias amigos! -Respondió.
-Cuéntanos -Dijo Luel -¿Cuéntanos cómo te ha ido?
-¡Muy bien! -respondió el duendecito -Conocí una estrella. La más bella y luminosa, aquella que ves ahí -Y señaló al cielo.
-¡Qué hermosa es! -Dijo uno de los duendes.
-Lo es... -Dijo Elvin.
-¿Sabes su nombre? -Preguntó Luel.
-No, no me lo dijo, pero sé que me conoce pues...sin decir nada lentamente se fue acercando hacia mi nave, para hablarme.
-¿Y quién piensas que es?
-Pues, ¡Mi estrella de la buena suerte! ¡Luego de hallarla , el cielo se despejó y encontré el camino de regreso!
Todos rieron al escuchar decir esto a Elvin.
-¿Sabes una cosa duende de la noche? -Le dijo su amigo Luel -Algún día harás una travesura de la cual te arrepentirás. Esta vez la estrella te ayudó a regresar, despejando tu camino, pero no siempre tendrás igual suerte, debes medir la consecuencia de tus actos.
-Quizá, quizá -dijo el duendecito -pero dime ¿Quien puede decirme que no intenté y viví algo extraordinario? ¿No te parece amigo que vale la pena tratar de lograr lo que queremos aunque nos cueste?, piensalo y luego me respondes.
De esta manera, Elvin se alejó de sus amigos dejándoles una enseñanza la cual es; nunca abandones tus sueños aunque parezcan imposibles de lograr...


FIN


Susana E. Irigoite  

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Autora: SUSANA IRIGOITE

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