Cuentan que había hace muchos años, una familia que vivía en un pueblito cercano a un bosque.
La
familia West, estaba constituida por el señor y la señora West y sus
dos pequeños hijos Denis y Robert, de cinco y seis años respectivamente.
Ambos padres eran personas muy trabajadoras y buenos vecinos. Los niños eran excelentes alumnos.
Cierto
día Robert concurrió a la escuela sin haber realizado la tarea que su
maestra le había indicado, la cual al ver que el niño no había cumplido
con lo pautado, lo llamó a solas.

-No pude señorita -respondió el niño sonrojado.
-Y dime ¿Puedes contarme lo que te ha sucedido?
-Pues tenemos a nuestra mamá muy enferma, seño.
-¡¡Oh perdón!! ¿Cómo podría ayudarlos?
-Gracias seño, pero depende de mi hermana y de mí que nuestra madre se salve o no.
-Del médico dirás...
-No;
debemos ir al bosque a hablar con un hada quien irá a ver a mi mamá y
luego nos dará una tarea, la cual deberá ser realizada por mi hermana y
por mí, antes de que comience el otoño. Si cumplimos con el mandato mi
mamá vivirá...
-¡Nunca escuché algo
semejante! ¡Deseo que tu mamá mejore! ¡No te preocupes por tus faltas
ahora ocúpate de salvar a tu mamá junto a tu hermanita y luego, retoma tus estudios!
Sin más ambos ingresaron al aula donde esperaban sus compañeros.
Al día siguiente Robert junto a Denis, se introdujeron en la espesura del bosque.
De entre la arboleda surgió la imagen del hada quien rápidamente se acercó a los pequeños.
-Hola niños, sé lo que necesitan. Llévenme donde se encuentra vuestra madre, luego les diré lo que deberán cumplir.
Los tres se dirigieron a la casa y el hada pudo contemplar el rostro de la mujer pálido y cubierto de sudor por la fiebre.
-Bueno
pequeños, ahora les indicaré lo que deberán hacer; colocarán dentro de
cien bolsas bien grandes todos los frutos maduros del bosque, los que
luego distribuirán en Hospitales y Centros para Ancianos. Cuando hayan
cumplido con esta tarea, su madre estará sana.
-De acuerdo -dijo Robert.
-Igual -dijo Denis.
Inmediatamente se dirigieron en busca de las cien bolsas grandes.
Pasaron
varios días y noches juntando frutos maduros, hasta que no encontraron
ni uno más. Robert y Denis desesperados, comenzaron a arrancar los
frutos aun verdes de las plantas para luego colocarlos al sol y tener
los frutos maduros que necesitaban. Sabían que el otoño se aproximaba y
ya no habría más frutos maduros en los árboles y los necesitaban para
¡Salvar a su mamá!
Pasaron los días y el otoño ya daba señales de que se instalaba.
Los pequeños aún continuaban juntando frutos verdes de los árboles y los colocaban al sol.
Así
fue que cuando el otoño llegó definitivamente, los niños tenían las
cien bolsas llenas de frutos maduros listos para ser repartidos tal como
les indicara el hada.
Muy felices fueron distribuyendo los frutos del esfuerzo, luego regresaron al bosque en busca del hada quien ya los esperaba.
-¡Hola niños! ¿Han cumplido con mi pedido?
-Así es -respondió Denis.
-¡Muy bien! Ahora los acompañaré hasta su casa para que vean y saluden a su mamá. ¡Ella los está esperando muy ansiosa!
Así fue que que al regresar al hogar Robert y Denis, fueron recibidos por su mamá con abrazos intensos, caricias y besos.
Los niños se miraron con gran felicidad. Su trabajo había sido recompensado. Ahora su mamá se encontraba sana, gracias a su esfuerzo y esa era la mayor recompensa...
Susana E. Irigoite
0 comentarios :
Publicar un comentario