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EL SUEÑO DEL ELEFANTE BONKY

Escrito por SUSANA IRIGOITE el sábado, 30 de mayo de 2015 | 14:47

Cierto día me contaron que en medio del bosque habitaba un elefante llamado Bonky.
Todas las mañanas salía para realizar su recorrido matinal, y cuando hallaba en su trayecto algún charco de agua, se detenía para contemplarse en él.
Aquella mañana emprendió su andar y se detuvo frente al agua,  advirtió entonces, la presencia del duende Freedy.
-¿Qué haces aquí?-le preguntó
-Me miro en el agua -respondió Bonky.
-¿Y qué ves en ella?
-¡La imagen de un elefante con las orejas tan grandes que las podría usar para volar!
-¡Oh sí, ja ja ja -respondió Freedy.
-Oye, tú puedes ayudarme -dijo el elefante.
-¿De qué manera? -respondió el duende.
-Mira;  buscaremos en libros ideas para que pueda ver cumplido mi sueño. ¿Me ayudarás?
-Sí, si eso es lo que deseas¡Lo haremos!
En ese momento pasaba por el lugar la jirafa Tumai, quien al ver la algarabía que ambos mostraban se detuvo para averiguar.
-¡Hola chicos! ¿Puedo saber a qué se debe tanta felicidad?
-Sí - respondió Bonky -¡Vamos a estudiar para ver realizada mi gran ilusión!
-¿Y cuál es tu gran ilusión?
-¡Quiero volar con mis orejas! Cruzar ríos, mares, océanos, montes, cerros, montañas, ver desde muy cerca las estrellas, la luna, el sol! ¡Volar y ser muy feliz!
-¡Así será! -respondió el duende -hoy comenzamos a leer y estudiar la forma de llegar a volar batiendo tus enormes orejas...
-¡Y podrás llevarnos contigo? -preguntó Tumai.
-¡Pués sí, irán sobre mí! ¡Yo los llevaré!
Esa noche ni Bonky ni Freedy durmieron. La pasaron buscando en enciclopedias, libros, revistas, folletos, etc. información que les resultara útil para su ¡ GRAN PROYECTO!
Transcurrieron varios días hasta que encontraron algo que los podía ayudar.
Comenzaron a probar...pero no resultó. Bonky,  no podía despegar su pesado cuerpo del suelo.
De pronto el duende Freedy, halló un informe en una revista sobre algo similar a lo que ellos buscaban. Comenzaron a practicarlo. Una y otra vez sin claudicar,  Bonky batía sus orejas y nada sucedía...
Un día nuevamente probó y finalmente comenzó a elevarse lentamente hasta ganar altura.
¡Qué felicidad sintieron él y sus amigos!
-¡Los vendré a buscar amigos! - les gritó desde lo alto Bonky.
-¡Adios amigo! ¡Te esperamos! -dijo Freedy.
-¡Adiós Bonky!¡Buen viaje! -dijo la jirafa Tumai.
Así fue que gracias a la perseverancia y esfuerzo,  Bonky se encontraba recorriendo el planeta batiendo con fuerza sus orejas. Pudo descubrir la maravillosa naturaleza. Muy dichoso ahora podía ver, todo lo que había soñado.
En un determinado momento divisó un mar. Lentamente descendió para verse reflejado en esas aguas. Al contemplar sus orejas,  dio gracias por tenerlas, ya que  ellas hoy  le permitían hacer realidad su mayor anhelo. Recordó cuánto se habían burlado de él sus compañeros por tener esas inmensas orejas, pero los perdonó, ahora él era muy feliz por ellas.
Días más tarde regresó en busca de sus amigos y los invitó a subir a su cuerpo. Pudieron de esta manera sentir que el sol los acariciaba, la lluvia los refrescaba y la brisa les daba aliento para seguir avanzando, por el cielo celeste a veces, otras se tornaba gris, pero a Bonky, nada lo detuvo.
Pájaros se sumaron a su vuelo asombrados.
Freedy y Tumai iban aferrados a  su cuerpo riendo y cantando.
Luego de muchos días de vuelo, regresaron al bosque y descendieron en él.
Al ver que habían regresado una elefantita llamada Elly que habitaba también en el bosque, con sus maneras delicadas, pestañas largas y arqueadas y llevando un moño rosa en cada una de sus orejitas, se aproximó a Bonky, quien la había conocido poco tiempo antes de realizar su viaje.
-¿Me llevarás a mí Bonky a recorrer el planeta contigo?
-¡Sí! ¡Por supuesto! ¡ Descansaré un poco y luego volveré a hacer el recorrido contigo!
-¡Gracias! -dijo Elly enredando su trompa a la de Bonky.
Tiempo después emprendieron su viaje. Elly muy feliz y emocionada iba descubriendo maravillas hasta entonces desconocidas por ella.
Después de disfrutar ambos de ese viaje inolvidable,  regresaron muy felices al bosque donde los esperaban sus amigos Freedy y Tumai.
El elefante nuevamente agradeció a la naturaleza el haberle dado orejas bien grandes,  ya que pudo alcanzar su sueño y hacer felices también a sus amigos...


Susana E. Irigoite

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Autora: SUSANA IRIGOITE

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